Durante las últimas semanas, y
con referencia al pasado artículo, he notado que he estado en un estado mental,
donde las cosas buenas me ponen más contento, y que las malas no me afectan
tanto. Luego de ‘limpiar el coco’ de la mayoría de los aspectos negativos se van eliminando, y
no es que uno solo piensa en lo positivo, pero lo negativo ya no tiene ni la
mitad de fuerza de lo que tenía antes.
Es un estado mental donde uno
puede hacer ciertas cosas que usualmente no podría. Uno siente una calma increíble,
pero a la vez una urgencia por cumplir un propósito de vida. Sin embargo, solo
soy un novato en estos temas. ¿Qué será de aquellas personas que están en
un estado avanzado de inteligencia emocional? ¿Son estas las personas que cumplen
con la frase de las Sagradas Escrituras, que dicen que para el que cree todo es posible? Cada día estoy
creyendo más esta verdad. ¿Por qué entonces no hacemos una maestría en esto, en
vez de pasar tanto tiempo de la vida estudiando y embotellando información que
sirve para muy poco o para nada?
Yo tengo una teoría. Si un bebé
nace en una familia donde sus padres tengan desarrollada inteligencia
emocional, donde su ambiente esté seleccionado cuidadosamente, sin malas compañías,
noticias negativas ni programas de televisión basura, enfocándose en un medio
donde tenga personas que todo el tiempo lo alienten a dar lo mejor que sí, creo
firmemente que ese bebe que irá creciendo, no hay forma alguna de que no sea un
ganador en la vida.
Esto es precisamente lo que hay
que hacer en la vida. Crear un ambiente así. No significa uno ser antisocial,
pero si elegir cuidadosamente las personas con las que más tiempo uno esté, e
introducir información al cerebro que aliente a que uno sea mejor. En vez de
leer a quien mataron en la noche de ayer, mejor leer sobre cómo ganar amigos e
influir sobre las personas. Es hora que comencemos a crear un estado emocional ‘indestructible’.
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